Charla Escuela de Familias
El miércoles 2 de Marzo tuvo lugar la cuarta charla de la Escuela de Familias dentro del programa “La educación de nuestros hijos”, impartida por José Carlos Rubio, psicólogo orientador de nuestro Colegio. El tema tratado fue “¿Cómo ayudar a tolerar la frustración?”, que abrió un amplio debate entre las madres y padres reunidos sobre cómo ayudar en esta respuesta emocional.
La frustración es una vivencia emocional negativa que aparece cuando el niño no obtiene algo que desea y lo manifiesta mediante un chillido, grito, pataleta …
Alrededor de los 3 años, el niño vive el momento egocéntrico, donde se reafirma el “YO” y cree que el mundo gira en torno a èl. Por tanto, es normal que quiera que sus deseos se hagan realidad de forma inmediata. No entienden que no sea así. Viven en su micromundo. Esta edad todavía es muy pronto para controlar el tiempo. El tiempo está hecho a su imagen por lo que el concepto “espera” es muy difícil que lo pueda entender por mucho que le expliquemos la situación. Esto no significa que no se pueda o deba trabajar en este sentido. Se puede y se debe trabajar para que lo puedan aprender. Es clave conocer el momento evolutivo en el que están para intervenir de forma ajustada a su capacidad de entender nuestro mensaje. A veces no hablamos el mismo lenguaje aunque digamos las mismas palabras.
A partir de los 4 o 5 años, empieza el proceso de la empatía, es decir, saber ponerse en el lugar del otro. Es el momento adecuado para el aprendizaje de las normas, los límites, las responsabilidades,…, siempre a su nivel y a su particularidad.
La causa de la frustración puede ser interna (personal), en la que si vemos que es constante en el tiempo hay que reformular el objetivo y ver lo que es capaz de hacer. También puede ser externa, en la que desde fuera le dicen al niño algo que no se puede hacer. La respuesta más directa, y común en la frustración, es una manifestación de agresividad.
Nosotros debemos ayudarles a ver que no siempre se pueden conseguir las metas a corto plazo, y que hace falta constancia y esfuerzo, por tanto, en ocasiones, será adecuado aplazar la gratificación para ellos una vez conseguida la meta.
En esta línea, se abrió un amplio debate referente a la tipología de los refuerzos que damos a los niños para conseguir las metas, y vimos cómo estos pueden ser refuerzos emotivos o sociales (un abrazo, salir a pasear juntos, ir al cine…) o bien refuerzos materiales (un regalo, una compra material), donde coincidimos mayoritariamente que la gratificación debe ser emocional y debemos evitar la gratificación material.
Se comentó que con la gratificación emocional el niño aprende la relación entre esfuerzo, tarea y recompensa social, de esta forma el niño adquiere el hábito de actuar sin gratificación de premio, y evitará que se convierta en un niño caprichoso.
En cuanto a la motivación del niño en sus tareas, se subrayó que debe ser intrínseca, ya que esto promueve a realizar lo que toca y estar orgulloso de lo que se ha hecho. Es aquí donde aparece la voluntad en el niño, trabajando la constancia y el esfuerzo para conseguir sus metas y tener la satisfacción personal de conseguir sus logros. Con nuestro lenguaje reforzaremos nuestra estrategia contra su frustración empleando términos que le expliquen al niño el por qué de su enfado y como siendo constante en el tiempo y con esfuerzo puede lograrlo. De esta forma le daremos al niño las pautas para que aprenda a recuperarse de los fracasos. Si dejamos que el niño crezca sin enfrentarse de pequeño a estos problemas podría desarrollar en el futuro una “agresividad” hacia dentro (ansiedad, depresión, suicidio,…) o bien agresividad hacia fuera.
Los consejos prácticos que nos transmitió para soportar la frustración son:
- Poner en nuestra casa una frase de la semana, “Aunque no te salga, sigue adelante”, “Resiste, si te caes, te levantas…”
- Contarle un cuento con un personaje ficticio con el que pueda establecer una similitud para poder trabajar lo que se quiera reforzar con él.
- Ser modelo para ellos, han de ver que nosotros también nos equivocamos, y así aprenden conductas en nosotros que todavía ellos no han vivido.
También vimos otra resoluciones curiosas y anecdóticas frente a la frustración en un par de vídeos donde en uno de ellos la mejor defensa de la madre es un buen ataque (ver) y otra donde el niño aprende a salirse con la suya (ver) .
Así pues, la frustración ayuda, hay que desarrollar la cultura de la demora de la gratificación, de la espera en sus metas, soportar el esfuerzo y recuperarse de los fracasos. De esta forma los niños tendrán las “vacunas” para enfrentarse y resolver las diversas situaciones de la su vida. Les estaremos preparando para la vida real.